La puerta entreabierta

Conte de dijous 16 d'abril

Domador Lucía Moreno

Encantadora de serpientes Ariadna Mejías

Jorobado Gerard García

Levantadora de pesas Candela Peña

Obrero Kilian Fernández Martín

Pilluela Julia Puente 

Pinchadiscos zombie Jan i Luca Munné 

Pintora Dido Cascán

*els dibuixos són de 8 famílies de primer de primària de l'escola Joan Maragall

Creació del relat Mar Gonzalez

Locució i muntatge Susana Lázaro i Julio Cascán

¿Dónde se habrá metido ese pilluelo otra vez?
La voz de pito que se oye de fondo es de Mika, mi hermana. Y el pilluelo del que habla, soy yo, me llamo Enzo.
Me está buscando. La oigo alejarse y abrir la puerta que da al exterior. De momento estoy salvado por la campana, mejor dicho por la música del ático de enfrente. El pinchadiscos es Mario. Mika se pasa todas las tardes en la terraza embobada desde que empieza a sonar hasta que termina la música, yo aprovecho el momento para mis trastadas.
Hoy he decidido hacer una excursión al terrado. Ha sido fácil salir de casa y trepar los escalones de dos en dos hasta la última planta. La puerta estaba entreabierta, muy extraño, casi nunca sube nadie. Una gran sábana tendida con dos pinzas cuelga del tendedero. Alguien en el tejado del edificio de enfrente me hace señas con el brazo hacia la sábana. Es un obrero.
- Chicoooo… ¡Habla con el pintor!
- Pero… ¿qué pintor? Yo no veo ningún…
Al darme la vuelta, tras la sábana, un pintor con bata larga y paleta de colores me dijo:
- Toma, prueba…
Sin darme cuenta tenía el pincel en mi mano. Temía manchar la sábana, que… yo no soy pintor. Con el primer trazo descubrí que no era una tela cualquiera sino un lienzo y al tocarlo una carpa de circo se dibujó sola desde el tendedero hasta en suelo.
- Entra si quieres. El pintor no bromeaba.
No pude resistir la curiosidad. Tras la tela había mucha actividad y bullicio, se oía música. Un domador de largos bigotes engominados se acercó hasta casi tocar con su nariz la mía.
- Ajáaaaa ¡Solo es un pilluelo…!
Sonreía. Se separó un poco y me ofreció saltar a través de su aro para fieras.
- ¡Vamos! Salta, te estábamos esperando.
- Pero yo, es que…no soy un león. Está bien… voy.
No me quedó más remedio que pasar por el aro…y de un salto aterricé en la pista redonda de un minúsculo circo. Un encantador con su cesta de serpientes tocaba la flauta. A su lado un jorobado con un solo diente me seguía a todas partes riendo sin cerrar la boca. Estuve un rato con ellos viendo su función, querían que me quedase pero tenía que regresar o Mika empezaría a desesperarse. No sabía cómo volver. Una halterófila soltó su barra de pesas, se dio cuenta enseguida de que intentaba encontrar la salida.
- Puedo ayudarte si quieres, pero a cambio prométeme que siempre defenderás el mundo del espectáculo, a actores y actrices, pintores, titiriteros y cuentacuentos, a todo quien fomente el ocio y la cultura.
Se lo prometí y lo cumplo con este cuento.
Conseguí salir con su ayuda, bueno y con la de su barra de pesas mágica que hizo que se volviese a abrir el telón de la carpa del circo…es decir… el lienzo del pintor por el que había entrado. Mika sigue aún buscando la sábana que falta.

La puerta entreabierta

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